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Paolo Collini

Biografía

Paolo Collini tuvo su primera exposición individual en Milán en 1970, ciudad donde nació en 1950 y donde inició su relación con el mundo del arte. Desde el principio gravitó hacia el universo de lo simbólico y surrealista. Tras un período formativo en el que exploró específicamente la pintura metafísica y las visiones de los maestros surrealistas, su línea de investigación se movió más hacia una visión naturalista onírica, alimentada por evocaciones románticas que esconden metamorfosis y enigmas reveladores de mundos interiores.

 

Durante la década de los ochenta se acercó a la corriente actual del “citacionismo” con pinturas ricas en arquitecturas misteriosas, donde el “Mito” y el signo del “tiempo suspendido” son el centro de su narración. La casa-templo es el eje de su investigación y muchas veces, en aguas profundas, deambulan figuras aladas emblemáticas que esconden secretos inviolables que trazan los signos de un clasicismo descarriado o quizás perdido, inventando otras alusiones y símbolos del mismo.

 

Su amor por las atmósferas enrarecidas se intensificó cuando se involucró con coleccionistas de arte alemanes. Viajando a menudo en este período, abandonó los tonos cromáticos mediterráneos, encantado por los colores fríos del norte y las misteriosas frondas frondosas de la selva negra. Las tonalidades soleadas desaparecieron, dando paso a una especie de monocromo incruenta con evanescencias celestes y luces brumosas, transparentes como el nácar. La nostalgia flota en sus obras y criaturas arquetípicas emergen de las profundidades de su espíritu, símbolos de una belleza inmortal, y aguas tan profundas como la noche del tiempo, aguas que regresan obsesivamente en sus composiciones: muchas veces se refieren a los silencios del lago (donde tiene un estudio en esa época) o del mar que para él es mucho más que un ente físico: es un símbolo de lo eterno femenino, de la fertilidad, de profundidades insondables y enigmáticas.

 

Desde hace treinta años, la pintura de Collini despierta el interés de los críticos de arte más exigentes y ha sido invitado a participar en numerosas exposiciones públicas y privadas, como la Bienal de Venecia. Sus más de ochenta exposiciones individuales han sido reseñadas en los principales diarios y revistas. Entre las monografías sobre su trabajo se incluyen "Magie antelucane di Collini" de Riccardo Barletta (Ghirlandina, Modena 1984), "L'enigma della nostalgia" de Mario De Micheli (G. Mondadori, Milán 1991), "Dimore dell'invisibile" de Luciano Caprile (Vinciana, Milán 2000) y “Paolo Collini” de Mauro Carrera (MUP, Parma 2015).

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